Les compartimos un artículo publicado en www.7canibales.com sobre la cosecha 2024 y los estilos de vino que nos cabe esperar.
Si hiciéramos una comparativa de los últimos 29 años de cosechas argentinas, Edgardo Del Pópolo(PerSe) diría que existieron 15 años cálidos y 14 fríos. La 2024 es una de las cálidas, pero con características de añada fría, y por eso caprichosa. Y si bien cada año el clima lo es todo, no sucede de manera lineal para todas las zonas. Las variables son difíciles de leer y no todo microclima se comporta de la misma manera ante los mismos fenómenos. Necesité de muchas voces para construir este pentagrama de conclusiones sobre la añada 2024 y los estilos de vino que nos cabe esperar. Personas muy heterogéneas, distintas zonas y proyectos de distintos tamaños y estilos. Cada uno dio su versión y la conclusión le cabrá al lector, que deberán concluir a partir de las pistas de los interlocutores combinadas con el contenido de la copa, porque lo interesante de este ejercicio es entenderlo en el paladar.
Es Edgardo del Pópolo quien explica su mirada: “Tengamos confianza. Creo que será la primera gran añada cálida de las últimas décadas. Para quienes cosechamos parcelas bien definidas, los años fríos distancian las fechas de cosecha de cada una, mientras que los años cálidos tienden a reunir a todas las parcelas en fechas cercanas. Este año, a pesar de los calurosos días de pre y post envero, las fechas de cosecha se atrasaron y las parcelas deberán cosecharse entre una y dos semanas más tarde de lo habitual ,y con poco intervalo entre ellas, siendo esto una manifestación más típica de año frío que de año cálido. El verano pareció alargarse en el calendario y el 21 de marzo no llegó el otoño, al menos para las plantas que en viñedos bien irrigados mostraban un verde muy lejano al estrés de año cálido”.
Mientras en palabras de Alejandro Vigil, “la 2024 es una añada cálida con vinos de año frío. Y la teoría que tengo es que las máximas no fueron tan altas. Fueron temperaturas cálidas, pero constantes, sin llegar a ser máximas absolutas altas. Y lo mismo con las mínimas. Las mínimas fueron altas. Entonces cuando se da la sumatoria, te da un año cálido. Pero los vinos son de año frío. Frescos, austeros, muy transparentes, limpios, desgrasados. Me hacen acordar mucho al 19”.
Un año parejo
Para Sebastián Zuccardi la añada se caracterizó por ser una temporada pareja con vinos energéticos y frescos. “La cosecha fue muy buena, estoy muy contento. Los vinos se sienten con energía, con frescura, con pureza. Fue un año donde no hubo precipitaciones fuera del promedio, alrededor de los 50 milímetros mensuales. Febrero que es un mes que siempre llueve más fue un mes tranquilo, hubieron algunos eventos de lluvias muy fuertes con esas imágenes de Gualtallary, pero no tuvieron una frecuencia tan alta, entonces fue una cosecha de una sanidad impecable. Enero y febrero fueron meses un poco más calientes, nos parecía que se venía una cosecha temprana y más parecida a la de 2023. Pero en el campo lo que nos pasaba con la uva era muy diferente, la madurez fue lenta, fue una cosecha de fecha normal o incluso un poco más tarde. En cantidad fue una cosecha con más uva que en el 23, por esa helada que tuvimos. Después están las características particulares de cada región, pero siento que los vinos están con mucha energía, muy frescos, muy puros, por ahí no es un año de muchísima concentración pero sí de vinos que van a tener mucha elegancia”. Marcelo Richard Palmero, enólogo de BoBó wines y La Imaginación al poder, que lleva adelante hace muchos años un proyecto de pocas hectáreas en Agrelo, insiste en algunas ideas. “Todo el mundo venía asustado por el año del Niño. Y si bien llovió mucho más que otras veces, tuvimos agua, que fue una ventaja después de años de estrés hídrico. Viñedos bien regados toda la temporada. Por suerte el Niño se manifestó principalmente en la parte cordillerana, las grandes tormentas fueron entre cordilleras. Algunas fincas de Valle de Uco sufrieron daños, pero no llovió tanto arriba de las viñas”.
“Se adelantaron las madureces”, continúa, “un poco porque hubo menos carga, y en parte por algunos calores. Lo que me llamó la atención fue que a pesar de eso no se adelantó la madurez azucarina, dejando atrasadas las pieles. Eso fue muy bueno, hubo que estar atentos a los puntos de cosecha y hubo gente que se descuidó y se les escapó. Todas nuestras variedades quedaron espectaculares. La verdad es que fue un año muy equilibrado, los alcoholes perfectos, los taninos impecables, muy buenas expresiones varietales. Me hace acordar mucho a la añada de 2021, quizás un poco menos de concentración, pero lo que estamos empezando a ver en los vinos es que tienen muy buen potencial”.
Sorprendentemente bueno
El punto de Victoria Brond, responsable de los vinos biodinámicos de Alpamanta, en Ugarteche es importante porque lleva adelante un trabajo de observación constante de las variables junto a Ricardo ‘Charly’ García, para poder individualizar las plantas y las parcelas de tal manera que las decisiones de cosecha se adopten por un método creado por el mismo agrónomo. Para Victoria, el año “ha sido sorprendentemente bueno, a pesar de las heladas y problemas climáticos”, y espera una alta calidad en los vinos.
“Todavía no tenemos evaluado los resultados finales”, asegura, “pero la verdad es que es una de las cosechas en la que yo he visto mayor calidad en el vino terminado, y me sorprende mucho porque yo no pensaba que iba a ser una cosecha de tan alta calidad, sobre todo hablando del contexto de cambio climático. Me ha sorprendido satisfactoriamente, porque saliendo de dos años con daños de helada consecutivos, realmente la planta tiende a equilibrarse. En este tipo de sistemas en donde hay mucha reserva de materia orgánica, mucha vitalidad en el ecosistema, hay buenos vigores y tiene mayor resiliencia, la planta tiende a recuperarse más rápido, es un factor que evaluamos mucho. También puede pasar que la planta con las heladas tiende a equilibrarse naturalmente, produciendo menos uva y eso hace que la calidad sea más interesante, con mejor acidez, alcoholes moderados y con buena madurez de los polifenoles”.
El agrónomo Ricardo “Charly” García, insiste en que “el año fue normal, con algunas heladas tempranas y un noviembre frío. Hubo problemas en el cuaje en variedades sensibles como el malbec, pero en general los rendimientos fueron buenos. La calidad fue buena, con pH bajos, acidez normal y bien de azúcar. La maduración se ralentizó, lo que es positivo para la calidad. Hubo un ataque de peronóspera al final del año en algunas zonas, pero en resumen fue un buen año en términos de calidad y cantidad”.
Uva sana
Dos referentes ineludibles en biodinamia son Facundo Bonamaizon, de Bodega Chakana, y Maricruz Antolín, de Bodega Krontiras. Para Maricruz “la cosecha fue complicada por un bloqueo en la maduración debido a la ola de calor. Esperamos vinos con menor alcohol, frescos en nariz pero con posibles toques herbáceos en boca. A pesar de los desafíos, la calidad de la cosecha fue buena en general. La sanidad también acompañó, a pesar de los pronósticos de lluvia”. Facundo entiende que “fue afectada por las condiciones climáticas, con eventos de vientos zonda que causaron daño a los viñedos. Hubo una nevada avanzada en la cordillera y temperaturas cálidas que retrasaron la madurez de las uvas. Hubo que estar muy atentos a los puntos cosecha y diferenciar los tipos de suelo o sea que empieza a tener mucho más valor estar atentos a los pequeños detalles. Los vinos de este año tienen una buena concentración y estructura, con una elegancia que los hace destacar sobre los vinos del año pasado”.
Las cosas no fueron tan diferentes en el este de Mendoza, según Matías Morcos (Morcos Wines), enólogo revelación para Descorchados, a cargo de un proceso de recuperación de las criollas del este mendocino. “Fue una vendimia bastante normal, muy parecida a las vendimias históricas. Veníamos de tener algunas cosechas aceleradas por heladas o golpes de calor y esta fue larga, con mucha agua disponible, que ayudó a que no se deshidrate la uva y no aumente la cantidad de azúcar, más allá de la madurez polifenólica. En la zona del este, es una vendimia que empezó temprano, parecía que el cambio climático hacía su efecto, pero después hubo un golpecito de calor que frenó el metabolismo de las uvas y se demoraron la criolla y la bonarda, que acá son las de ciclo más largo, porque no hay cabernet”.
“En cuanto a calidades, las primeras impresiones que tenemos son muy buenas, no hemos tenido problemas sanitarios. En el este, una cosecha normal, tranquila, más baja que el promedio histórico porque tenemos muchas plantas recuperándose de la helada fuerte del año pasado. En calidad estamos contentos, el mayor desafío que vemos es comercial, de mercado interno, porque nuestros vinos dependen mucho de eso, pero vemos una oportunidad en los blancos y rosados, especialmente en las criollas”.
Córdoba, Jujuy y espumantes
Córdoba y Jujuy se expresan a través de Richard Kirton de Bodega Kirton, y Diana ‘La Tana’ Bellincioni, de Bodega Kindgard, en Purmamarca. Richard cuenta que “la cosecha fue excelente para producir más vino rosado y experimentar con maceraciones distintas en Traslasierra, lo feo fue la sequía, no tuvimos agua hasta el primero de enero, o sea que pasamos la parte más importante de la vid -octubre, noviembre y diciembre- sin agua. Después de eso empezó a llover y no estuvo tan mal”.
Diana ‘La Tana’ Bellincioni (Bodega Kindgard) cuenta sobre el panorama del norte argentino. “Salta y Jujuy tuvieron una primavera muy cálida y un noviembre muy caliente y seco, más caliente de lo habitual. Fueron dos cosechas que se adelantaron, en ambas hay buena calidad, vinos con mucha expresión varietal y balance. En Jujuy es una añada prometedora, hay rindes superadores del año pasado, no tuvimos tantos problemas con heladas, lluvias un poco más tardías que complicaron un poco la logística pero no la cosecha en sí. Y tenemos vinos con mucha expresión que van ganando en estilo, sobre todo en el cabernet franc, el syrah que tiene equilibrio y mucha fineza”.
En cuanto a espumantes, la palabra la trae Gustavo Sanchez de Famlia Millan “El estilo de los bases de espumosos del 2024 se recordará por tener gran intensidad de fruta, elegancia y una acidez equilibrada. Trabajamos con muchas variedades dependiendo del estilo del producto que busquemos, más frescos y fáciles de tomar o más complejos e ideales para método tradicional. Para variedades como chardonnay y pinot noir será un año de mucha elegancia, suavidad e intensidad de fruta. Para otras, como chenin, semillón o pedro gimenez tendrán una linda expresión de fruta, con una acidez moderada”.
A veces me pregunto cómo es posible que los viñateros resistan esa relación con el clima. En un mundo que le ha dado el valor absoluto al control, es un desafío a contracorriente pensar que una parte de tu vida estará totalmente fuera del alcance de tu mano. Pero si el filósofo Hobbes, pensador del siglo XVII, decía que todo era en su estado natural una guerra de todos contra todos, haciendo imposible la esperanza de sembrar hoy para cosechar mañana, el viñatero quizás, sea ese salmón subiendo la cuesta de cualquier estado bélico del ser humano: un optimista por definición, un humanista, un ser que cree que al año siguiente las cosas sucederán indefectiblemente mejor. Un niño que acaba de ver todo y es capaz de olvidarlo, el granizo, el zonda, y que saca una nueva hoja de su cuaderno, para practicar, esta vez como la primera forma de tener una letra más prolija.
FUENTE:
www.7canibales.com